Blanquita mi mascota

Mi perrita Blanquita

Blanquita

Blanquita, mi perrita, fue una de mis mas queridas mascotas. Ella apareció en mi vida ya de adulta, debió haber tenido 5 o 6 años, según el veterinario. Un día apareció en mi puerta en muy mal estado, no podía caminar, estaba desnutrida y con la cabeza inclinada hacia el costado. La lleve al veterinario, al parecer la habían chocado y ademas tenia una infección de oído, de ahí la inclinación de la cabeza. Luego de muchos cuidados, tratamientos y cariño, ella se recupero y pronto se volvió parte de nuestra familia.

Blanquita le pusimos de nombre, por el color de su pelaje. Era muy dulce, tierna y extremadamente fiel. Nos cuidaba como nadie, no permitía que un extraño entrase a la casa, si sospechaba de alguna persona de inmediato se lo hacia saber con ladridos y gruñidos. Desde mi punto de vista fue su eterno agradecimiento la que la hizo ser así con todos nosotros.

Era una perra muy adorable, siempre estaba dispuesta a dar todo de ella. Su amor incondicional fue desde el primer día hasta el último.

Blanquita

A sus 8 años descubrimos que tenia un tumor en el útero. La llevamos al veterinario y allí nos dieron ese diagnostico. En ese momento nos pusimos en las manos del veterinario, que cabe mencionar es de nuestra confianza, para que haga todo lo posible para que Blanquita este bien y salga adelante lo mas pronto posible. Fueron varias sesiones de quimioterapia la que tubo que soportar, pero ella podía hacerlo, era muy fuerte, no se dejaría vencer tan fácil. Así fue que luego de varias quimios logro superar el tumor.

Por varios años vivió una vida plena y feliz, con todo el amor y cuidados que se le puede dar a un miembro mas de la familia.

Comienzo de sus últimos meses

Luego de unos años, Blanquita ya no era una perra joven, ya estaba quedando casi ciega. Pero a pesar de eso se la veía alegre y feliz, siempre jugaba con sus hermanos perros y con nosotros. Pero eso cambio de un día para el otro. De pronto la notamos triste y decaída, ya no quería jugar ni comer y al tocarle la cabeza gemía de dolor. Algo no estaba bien, así que de inmediato la llevamos al veterinario. Nuestras sospechas eran ciertas, Blanquita tenia algo que no la dejaba ser como siempre. Esa alegre y juguetona perrita.

El diagnostico del veterinario fue que tenia un glaucoma, el cual se le pudo haber producido por un golpe o por algo mas, que hasta el momento no sabíamos con claridad. Es así que comenzó con un tratamiento en su ojito. Pero con el correr de los días no mejoraba, el dolor seguía, y nos dimos cuenta que ya no veía con ese ojito, ¡ se había quedado ciega de un ojo!.

La única opción era extirparlo. Fue algo muy duro de escuchar pero era lo mejor para ella, así que decidimos que haríamos todo lo posible para que no sufra mas y vuelva a ser la de antes, y para eso era necesaria la operación.

Dia de la cirugía

Cuando llego el día de la cirugía, no puedo explicar los nervios, angustia y miedo que sentí, ya que Blanquita no era una perra muy joven y no sabíamos como iba a resultar todo. Le pedí tanto a San Roque, patrono de los animales, que la cuidara y que salga todo bien, que cuando por fin salio de cirugía y el veterinario me informo que ella estaba bien, y que se recuperaría pronto, me sentí tan feliz y agradecida que solte unas lagrimas de felicidad.

Blanquita

Luego de unos días, con los cuidados y medicamentos necesarios, Blanquita se estaba recuperando. Parecía que todo volvería a la normalidad, que volvería a ser la la perrita que todos amabamos. Pero no fue así.

Como dije, por unos días todo iba perfecto, Blanquita parecía mas animada y feliz. Pero eso cambio muy rápido. Sin darnos cuenta ella quedo ciega, perdió la visión del otro ojito. Es algo que no puedo explicar, se que por su edad no era tan raro, pero que suceda de un día para el otro, me pareció poco común.

Un diagnostico aterrador

Fue así que volvimos al veterinario para saber que estaba pasando, porque no mejoraba. Luego de unos estudios el veterinario nos informo que Blanquita tenia un tumor, que fue lo que le causo la ceguera en ambos ojos y ese dolor que no cesaba. La única solución era una operación, pero por su edad era muy riesgoso, no iba a soportar ese tipo de cirugía, y mucho menos a poco tiempo de la extirpación de su ojito. No nos quedo otra que esperar para ver como seguía y si con los medicamentos le pasaba el dolor.

No sabíamos que hacer, no podíamos permitir que siga sufriendo, pero tampoco queríamos perderla, se que es muy egoísta decir eso pero es lo que sentí en ese momento. Por esos días me dedique enteramente  a cuidarla para que se sintiera bien, protegida y amada, la ayudaba a caminar, ya que por su ceguera no quería hacerlo por miedo a golpearse con las paredes u objetos de la casa.

Aprender a convivir con una perrita ciega

Le construí un aro antichoque, que vi en internet, como una especie de escudo , para amortiguar los golpes que pudiera darse con las paredes, y sintiera así mas confianza para andar por la casa. Los primeros días fui su guía, le colocaba el bastón y salíamos a pasear por la casa, para que reconociera los lugares y el lugar de la cosas. De a poco se animo a andar sola por la casa, ya no necesitaba mi ayuda para ir al patio o a la cocina, fue una gran emoción ese día no solo para mi sino que para ella también, lo vi en su cara cuando caminaba por la casa, moviendo la colita.

perrita con bastón

Parecía que todo estaba bien, que ya no sentía dolor, los medicamentos hacían efecto, ¡estaba feliz!. El próximo paso fue salir a pasear por el barrio, a ella le encantaba salir a pasear; así que lo hicimos. Una mañana le puse su aro y salimos. Estaba feliz, se le notaba en actitud, no paraba de mover la cola de la emoción. Fue un día muy lindo y alegre. Y así fue por varios días que seguimos la misma rutina, todo iba bien hasta que un día todo volvió a cambiar.

Una decisión difícil

Esa mañana me levante, como todos los días, le coloque el aro antichoque a Blanquita pasa salir a dar su paseo pero algo no esta bien, no se quería levantar, estaba triste, decaída, no quería comer, y el dolor había vuelto. Los medicamentos ya no hacían efecto. De inmediato la lleve al veterinario para saber que estaba pasando, ¿porque volvió el dolor?. Lo que el veterinario me dijo fue que el tumor seguía creciendo y era inevitable lo que se venia.

En ese momento la mire y vi en sus ojos una tristeza y dolor que no puedo explicar, pero me di cuenta que ya era la hora. Tenia que dejarla ir. Llame a mi familia para que fueran a despedirse de ella, porque Blanquita era amada por todos en casa. Fue un momento muy duro pero era lo mejor para ella. Ese día perdimos a un miembro de la familia, porque Blanquita era eso, parte de nuestra familia y siempre lo sera.

Ella fue la mascota que mas me hizo sentir ese amor y fidelidad incondicional, porque ella transmitía eso, era muy dulce y alegre y siempre la recordare así. Lucho hasta el final, era muy fuerte y valiente, no se dejo vencer tan fácil.  Es algo que me enseño y que tratare de seguir, como ella lo hizo.

Espero que la historia de Blanquita nos sirva de ejemplo y aprendamos no solo de ella, porque son tantos animales que la pasan mal y que salen adelante, que son un ejemplo de fuerza y valentía. No hay que dejarse caer por nada, y seguir luchando con todas nuestras fuerzas, hasta el final.

Blanquita mi mascota

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